Jean-Jacques Rousseau y su filosofía educativa: más allá de Emilio
Autor: Héctor William Colón Rosa

Resumen
En este artículo se discuten las
ideas más importantes de las filosofías general y educativa de Jean-Jacques
Rousseau. La filosofía general de Rousseau está centrada en que el hombre
es bueno por naturaleza, pero la sociedad lo esclaviza y corrompe. El
hombre natural es un ser humano libre, motivado por conservar su bienestar (amour
de soi)
y limitado por la piedad (pitié).
En el caso de las ideas más relevantes de la filosofía educativa de
Rousseau, éstas son discutidas a través de las etapas del desarrollo humano
y educativo presentadas en
Emilio.
A través de
Emilio,
Rousseau muestra el primer intento exhaustivo que describe su sistema de
educación
natural. A
pesar de las controversias que creó
Emilio
y de que Rousseau planteó que este escrito no es un tratado real sobre
pedagogía, definitivamente, si el modelo pedagógico presentado en esta obra
hubiese sido utópico, no habría impactado la educación moderna.
Abstract
This article presents important ideas of the
general and educational philosophies of Jean-Jacques Rousseau. His general
philosophy is centered in the idea that the man is naturally good, but
society slaves and corrupts him. The natural man is a free human being, who
is motivated for the conservation of his wellbeing (amour
de soi), and limited
by mercy (pitié).
The most relevant ideas of Rousseau’s educational philosophy are presented
through the human and educational development stages that he presents in
Émile.
Through Émile,
Rousseau presents the first comprehensive attempt to describe his
natural education
system. In spite of the controversy that
Émile
provoked and Rousseau’s consideration about his novel as not been a real
pedagogical treatise, if the pedagogical model presented in
Émile
has been utopia it would had not impacted on the modern education.
De acuerdo con López Yustos
(1986, p. 78), el
naturalismo pedagógico
surge como modalidad del Realismo moderno, dentro del siglo de la
Ilustración, el Iluminismo o Siglo de las Luces, movimiento intelectual del
siglo XVIII en el que las ideas se caracterizaron por exaltar el orden
basado en el hombre (antropocentrismo) en lugar del orden basado en Dios
(Portal Planeta, n.d.; Wikipedia, 2007b). Esta modalidad pedagógica, basada
en que las facultades humanas se desarrollan espontáneamente, establece que
el ser humano tiene una curiosidad innata para el aprendizaje. El
naturalismo pedagógico hecha a un lado lo sobrenatural, “razón por la cual a
la religión se le tiene poco aprecio” (López Yustos, 1986, p. 78).
Igualmente, aunque este movimiento exalta el individualismo, no se puede
evitar la integración social del individuo, la cual ocurre cuando éste ya
está dotado de aquellas destrezas necesarias para acoplarse sin perder su
naturaleza individual. Dentro de esta modalidad pedagógica, el
ginebrino-francés Jean-Jacques Rousseau es considerado como su mejor
representante, al punto que Agazzi (1971, p. 292) afirma que las ideas de
Rousseau fueron “las únicas ideas verdaderamente nuevas que la Ilustración
aportó.” Rousseau plasmó sus ideas pedagógicas a través de su novela
Emilio.
Para comprender mejor a Rousseau, se discutirán las ideas más importantes de
sus filosofías general y educativa. Las ideas más relevantes de su filosofía
educativa se discutirán a través de las etapas del desarrollo humano que
Rousseau presenta a través de
Emilio.
Finalmente, se presentarán algunas críticas y conclusiones sobre la
filosofía educativa de Rousseau.
La filosofía de
Rousseau: la naturaleza en contraposición a la sociedad
De acuerdo con Demárquez (2006, p. 104), Rousseau comienza su trabajo
filosófico con la oposición entre el hombre natural y el hombre civil u
hombre del hombre.
La filosofía de Rousseau está centrada en que el hombre es bueno por
naturaleza, pero es corrompido por la sociedad (Demárquez, 2006, p. 104;
Doyle & Smith, 1997; Wikipedia, 2007a). En ésta el hombre es considerado
como un esclavo, dominado por el poder del más fuerte. En el comienzo de los
tiempos el hombre era libre y conservaba su vida satisfaciendo sus
necesidades naturales; sin necesidad de trabajo para poder vivir, sin
necesidad de un hogar, sin lenguaje, pero también sin guerras, sin necesidad
alguna de los demás y sin deseos de hacer daño. El hombre tiene una serie de
cualidades por naturaleza, pero sólo se le puede comprender como un ser
histórico, pues el grado y dirección de su desarrollo humano están
determinados por el grado y el carácter de sus relaciones con la sociedad y
la cultura a las que pertenece (Demárquez, 2006, p. 104; Wikipedia, 2007a).
El hombre natural es descrito por Rousseau como un ser humano cuya cualidad
fundamental es la bondad natural; es un hombre en estado naturalmente puro,
en el que la ausencia de los vínculos sociales es completa. … el hombre es
un ser naturalmente bueno, amante de la justicia y el orden;… no existe
perversidad original en su corazón humano…los primeros impulsos de la
naturaleza son siempre rectos…la única pasión que nace con el hombre, el
amor de sí mismo, es una pasión indiferente en sí al bien y al mal; que
únicamente se torna buena o mala por accidente y según las circunstancias en
que se desenvuelve. …todos los vicios que se imputan al corazón humano no
son en él naturales;…(Demárquez, 2006, pp. 104-105).
En el estado natural, Rousseau
también establece que el hombre está ajeno a las ideas sobre moralidad, pues
éste sólo conoce su persona y no intuye su bienestar frente a los demás. No
obstante, el hombre en su estado natural tiene dos principios que motivan su
acción como individuo moral: el
amour de soi
(amor de sí mismo) y la
pitié
(piedad) (Demárquez, 2006, p. 106; Wikipedia, 2007a). Igualmente, el hombre
en estado natural se caracteriza por su libertad para elegir, la que lo
distingue de los demás miembros del reino animal y que es considerada por
Rousseau como el más apreciable de los bienes que pueda tener el hombre. De
acuerdo con Rousseau, “distingue específicamente los animales y el hombre…su
calidad de agente libre para asentir o resistir; y es sobre todo en la
conciencia de esta libertad en la que se muestra la espiritualidad de su
alma” (Demárquez, p. 107). Finalmente, de acuerdo con Rousseau, el hombre en
su estado natural goza de
perfectibilidad,
definida por él como la facultad que, ayudada por las circunstancias,
desarrolla las capacidades o poderes cognitivos de los cuales el hombre ha
sido dotado naturalmente: la imaginación, la razón, el entendimiento y la
autorreflexión, entre otros. Esto significa que el desarrollo de estas
capacidades cognitivas “no se ha consumado en el estado ‘puro’ de [la]
naturaleza [del hombre], por lo que se puede afirmar que lo humano en su
plenitud no está aún presente en él” (Demárquez, 2006, p.108). He aquí la
relación entre la naturaleza del ser humano y las circunstancias históricas,
sociales y culturales, las cuales tienen un rol importante en el desarrollo
del hombre. En resumen, Rousseau describe al hombre natural como un ser
solitario, autosuficiente, motivado por la conservación de su bienestar (amour
de soi),
limitado por la compasión o piedad (pitié),
libre, igual a sus pares, pero que aún no ha desarrollado su potencial moral
ni sus capacidades cognitivas (Demárquez, 2006, p.108).
En contraposición al hombre natural, Rousseau describe al hombre civil como
uno que gana a través del desarrollo de sus capacidades, pero que se pierde
a sí mismo debido al sometimiento mutuo que ocurre entre los hombres en la
sociedad: “el hombre social,…, no sabe vivir más que en la opinión de los
demás y de su juicio tan sólo saca,…, el sentimiento de su propia existencia…”
(Demárquez, 2006, pp. 110-111). La individualidad o el
amour de soi,
se aliena en vanidad y orgullo, o
amour propre,
produciendo un desencuentro entre el ser y el parecer; entre existencia y
apariencia (Demárquez, 2006, p. 111; Wikipedia, 2007a). Aunque Rousseau
reconoce que una vez el estado natural se ha perdido ya no hay marcha atrás,
éste propone alternativas para recuperar algunos aspectos de esa condición
perdida para que los hombres rompan las cadenas de la dependencia en la cual
han caído a causa de su entorno social. Entre estas
alternativas se encuentran: la salida individual, la que expresa a través de
su autobiografía; la salida del individuo moral a través de la educación del
hombre natural que vive en sociedad, presentada a través de
Emilio;
y la salida política o del ciudadano, presentada a través de sus obras de
carácter político, en especial en
Du Contrat Social
(Demárquez, 2006, p. 112).
Emilio y la
filosofía educativa de Rousseau
Aunque
Emilio
ha orientado gran parte de la pedagogía moderna (Abbagnano & Visalberghi,
1969), éste no fue el primer escrito sobre educación de Rousseau; en 1740
escribió el fragmento titulado
Projet pour l’Education de
M. de Sainte-Marie,
el cual de acuerdo con Green (1955, p. 225) no contenía ningún indicio
relacionado con
Emilio,
pero sí con las ideas planteadas en
La Nouvelle Héloïse.
Enfoque
El enfoque de
Emilio
es hacia la enseñanza individualizada de un varón, alineada con los
principios de la
educación natural.
A través de
Emilio,
Rousseau hace el primer intento comprensivo para describir el sistema de
educación de acuerdo con lo que él ve como “naturaleza” (Abbagnano &
Visalberghi, 1969, pp. 394-395; Doyle & Smith, 1997; Tubbs, 2005, p. 253).
De acuerdo con Rousseau, es posible preservar la naturaleza original y
perfecta del niño, a través del control cuidadoso de su educación y el
ambiente, basado en un análisis de las diferentes etapas físicas y
psicológicas que el niño atraviesa desde el nacimiento hasta la madurez.
Igualmente, Rousseau argumenta que el momento para el aprendizaje es
provisto por las etapas del crecimiento del individuo, y que el educador lo
que necesita hacer es servir de guía y facilitar las oportunidades para
aprender (Doyle & Smith, 1997; López, 1994, p. 140; Tubbs, 2005, p. 254).
Los elementos que se presentan a continuación han sido identificados en
Emilio,
y los mismos reflejan cómo las ideas plasmadas en este clásico han impactado
la educación desde el momento en que fue publicado. El impacto de
Emilio
ha sido tal que algunos autores argumentan que la historia de la teoría
educativa centrada en el niño es una serie de notas calce de la filosofía
educativa de Rousseau (Doyle & Smith, 1997; Wikipedia, 2007a; Tubbs, 2005,
p. 254).
-
Los niños
son vistos muy distintos a los adultos – como inocentes, vulnerables y
lentos en su madurez – y dirigidos a la libertad y a la felicidad. En
otras palabras, los niños son naturalmente buenos.
-
[La] gente
se desarrolla a través de varias etapas – y que diferentes formas de
educación serían apropiadas para cada una.
-
[El]
principio guía de que lo que se aprenderá debe ser determinado por el
entendimiento de la naturaleza de la persona en cada etapa de su
desarrollo.
-
Una
apreciación de que los individuos varían entre las etapas – y que como
resultado la educación debe ser individualizada. “Cada mente tiene su
propia forma”. [Teoría de las inteligencias múltiples de Howard
Gardner.]
-
El poder
del ambiente para determinar el éxito de los encuentros educativos. Es
crucial – como Dewey también reconoció – que los educadores estén
alertas al ambiente. Mientras más control tengan sobre él, más efectiva
será la educación.
-
La
importancia de desarrollar ideas por sí mismo, hacer que el mundo tenga
sentido de forma personal y propia. Émile fue alentado a llegar a sus
propias conclusiones a partir de su experiencia propia. Es lo que se
conoce hoy día como “aprendizaje por descubrimiento”. [Teoría del
constructivismo.]
Las cinco etapas
del desarrollo de Emilio
A través de
Emilio,
Rousseau presenta el desarrollo humano y educativo de Émile, dividido en
cinco etapas, a las que dedica cada uno de los cinco libros de la novela. La
educación en las primeras dos etapas, la infancia y la edad de la
Naturaleza, busca el desarrollo del niño a través de los sentidos; a partir
de la tercera etapa comienza el desarrollo de las capacidades mentales del
adolescente que habrá de madurar hasta convertirse en un hombre adulto.
Igualmente, como parte del quinto y último libro, Rousseau presenta la
educación de Sophie, la futura esposa de Émile (Abbagnano & Visalberghi,
1969, p. 394; Doyle & Smith, 1997; Wikipedia, 2007a).
Etapa 1: Infancia, desde el
nacimiento a los dos años
En esta etapa
la infancia comienza con el nacimiento del niño y se prolonga desde que éste
llora por primera vez hasta que comienza con su lenguaje articulado (Agazzi,
1971, p. 301), aunque algunos autores delimitan esta etapa cuando el niño es
destetado (Doyle & Smith, 1997). Al comienzo, el niño está privado hasta del
sentimiento de su existencia, y es en el encuentro con el mundo que éste
comienza a desarrollarse. El niño se va desarrollando a través de la
experiencia personal, aprendiendo de forma activa a través de sus funciones
corporales y de sus sentidos (Doyle & Smith, 1997). Esta experiencia es
directamente proporcional a la actividad, característico del niño y en
oposición al viejo, quien busca la tranquilidad. De acuerdo con Rousseau, la
educación debe estar basada “en la ley del niño, en el
activismo”
(Agazzi, 1971, p. 301). El niño debe ser libre para moverse, libre de fajas
y cofias, pues lo movimientos son su primera escuela y la condición de su
primer desarrollo, tanto en lo físico como en lo psíquico. Igualmente, su
alimento debe ser la leche de su madre. Rousseau enfatiza que el niño debe
ser educado según la naturaleza, sin mimos ni precauciones excesivas. Hay
que poner al niño en contacto los elementos naturales en su entorno.
Igualmente, al niño debe concedérsele más libertad verdadera y menos
dominio, dejándolo actuar por sí mismo. De esta forma el niño se
acostumbrará a sentir y conocer lo que puede y no lo que no puede hacer. En
esta etapa el uso de castigos es deplorable, pues el niño no tiene la
capacidad de entender las razones de un castigo (Agazzi, 1971, p. 301).
Al niño se le
darán las cosas porque es conveniente hacerlo, no porque él las desee. Por
ejemplo, cuando el niño tiende su mano hacia un objeto cercano sin decir
nada, él se engaña y no grita; pero cuando la tiende y grita es porque sabe
que el objeto está lejos y ordena a éste a acercarse, por consiguiente, que
un adulto se lo lleve. En el primer caso, el niño es acercado al objeto,
mientras que en el segundo se recomienda ignorarlo para que no aprenda el
hábito de mandar o de hacerse obedecer (Abbagnano & Visalberghi, 1969, p.
396; Agazzi, 1971, p. 302). En esta etapa el niño sólo tiene manifestaciones
afectivas, las cuales no deben ser desplazadas por la adquisición de
hábitos. Igualmente, en esta etapa los sentidos comienzan a agudizarse, y el
niño quiere tocarlo todo; quiere sentir si algo es duro o ligero, el dolor,
el frío, lo cercano y lo lejano. Esta exploración natural debe dejarse
manifestar, pues de esa forma el niño ganará mayor experiencia (Agazzi,
1971, p. 302).
El llanto es la primera forma de
lenguaje o comunicación del niño, y se expresa de forma inconsciente. Para
que el niño aprenda a hablar, hay que hablarle de forma clara y articulada,
haciéndole escuchar la pronunciación correcta y no repitiéndole sonidos
viciados. Asimismo, el niño no debe ser aturdido, por lo que no debe
escuchar más palabras que las que puede comprender; en esta etapa es
conveniente limitarle el vocabulario y en su lugar estimularle muchas ideas.
El niño no debe ser forzado a hablar precozmente, pues “la
precocidad es el azote de la educación”
(Agazzi, 1971, p. 302).
Una vez el niño ha
comenzado a hablar, llega el tiempo del preceptor o tutor, quien deberá ser
un hombre joven (Rousseau, 1970, p. 14). En esta parte, Émile será enviado
al campo para que esté en contacto con su medio ambiente natural, apartado
de la sociedad. El preceptor sólo le enseñará la ciencia de los deberes del
hombre, procurando que sea el niño quien encuentre por sí mismo las normas
de la vida (Abbagnano & Visalberghi, 1969, p. 395; Agazzi, 1971, p. 302;
Rousseau, 1970, p. 14; Tubbs, 2005, p. 255). Igualmente, se procurará que el
niño crezca robusto y fuerte, pues un niño fuerte será un niño bueno; el que
puede hacerlo todo nunca hace nada malo (Agazzi, 1971, p. 302)
Etapa 2: La edad de la
Naturaleza, de los dos a los doce años
En esta etapa Rousseau habla del concepto de la
educación negativa,
la cual es una educación moral basada en las consecuencias naturales, sin
esfuerzos mentales, con el objetivo de retrasar los “vicios” de la vida
social (Agazzi, 1997, p. 303; Démarquez, 2006, p. 114; Doyle & Smith, 1997).
El niño es preparado para comenzar su educación de la sensibilidad;
construye su
mundo sensible,
a través del ejercicio libre de las actividades que realiza. Si el niño
durante esta etapa se hiciera algún tipo de daño, el adulto no debe
mostrarse alarmado para no impresionar al niño; de esa forma él experimenta
el dolor (Agazzi, 1971, p. 303; Rousseau, 1970, p. 35; Tubbs, 2005, p. 254).
Igualmente, el niño necesita demostraciones de afecto y bondad, pero sin que
sean excesivas. En contraste, el niño debe recibir órdenes, pero sin ser
exageradas ni continuas; hay que demostrarle las consecuencias que tiene una
mala acción sin sermonear. Como parte de su formación, el niño debe sentir
la necesidad que impone la naturaleza sobre el hombre; debe ver esa
necesidad en las cosas que le rodean y no en el capricho o la autoridad de
los hombres. No obstante, si es necesario demostrar autoridad, ello se hará
tomando como ejemplo la necesidad natural, sin humillar ni restringir la
libertad. Es por tanto, que los premios y castigos no existen, sino las
consecuencias de las acciones, sean buenas o malas; la doctrina de las
reacciones naturales.
Por ejemplo, si Émile “rompe un cristal en su habitación, se le dejará
expuesto al frío nocturno; si dice una mentira, [se aparentará] creerle,
dejando que los efectos de [su] mentira, como el no ser tampoco creído
cuando dice la verdad, se acumulen sobre él y lo humillen” (Agazzi, 1971, p.
303).
Para educar al niño hay que conocerlo, dejándolo que se manifieste
libremente; su movimiento no debe ser impedido para que cuando deje de ser
observado se comporte de la misma forma y no haga ningún daño. Su modo de
ser debe ser respetado, pues de esa forma se hará robusto y juicioso,
provocando que sus acciones sean pensadas y no automáticas (Agazzi, 1971, p.
303). En el proceso de educación del niño durante esta etapa no hay que
tener prisa. Cuando en ocasiones se cree que se está perdiendo tiempo, en
realidad se está ganando, pero para ello deberá obrarse natural e
indirectamente; si el niño es perezoso y se levanta tarde, deberá dejarse
para el día siguiente alguna actividad que sea de agrado para el niño (Abbagnano
& Visalberghi, 1969, p. 394; Agazzi, 1971, p. 303; Doyle & Smith, 1997). Por
otro lado, en esta etapa el niño no debe ser expuesto a la historia ni a la
geografía, pues aun no es capaz de entender sólo con las palabras. El niño
tampoco debe aprender nada de memoria, ni siquiera los cuentos o fábulas. En
esta etapa no se le debe obligar a leer, sino despertar su curiosidad por
ello (Abbagnano & Visalberghi, 1969, p. 397; Agazzi, 1971, p. 304).
El niño debe ser educado a través del hacer, del “trabajo”, pues es más
significativo para él en su aprendizaje; quizás podrá olvidar lo que ha
escuchado, pero no lo que ha hecho. Para formar niños alertas es necesario
exponerlos en su vida a que realicen actividades que integren los sentidos,
en especial el tacto combinado con ver y escuchar (Agazzi, 1971, p. 304;
Doyle & Smith, 1997). Los sentidos deben ser ejercitados…
…el tacto para suplir a la vista y al oído, y para verificar los
datos ofrecidos por los otros sentidos; que el niño se ejercite en buscar a
oscuras, teniendo “los ojos en la punta de los dedos”;…[que aprecie]
posiciones, direcciones, sonidos y rumores, distancias;…[realizar] visitas y
exploraciones. (Agazzi, 1971, pp.304-305).
El dibujo y la geometría pueden
ser útiles en este punto, pues le enseñan al niño la observación y las leyes
de perspectiva. A través del dibujo el niño pasa de una visión global a una
visión analítica de lo que observa. La
educación de los sentidos
es la única eficaz en esta edad; se recopilan datos y se les da valor,
descubriendo relaciones de causa y efecto. Al ejercitar los sentidos, el
niño no sólo hace uso efectivo de los mismos, sino que aprender a juzgar
bien a través de éstos (Abbagnano & Visalberghi, 1969, p. 397; Agazzi, 1971,
p. 305).
Etapa 3: La
preadolescencia, de los doce a los quince años
De acuerdo con Doyle y Smith (1997), Émile en esta etapa es como el noble
salvaje que Rousseau describe a través de
El contrato social.
Esta etapa es considerada la de instrucción verdadera y está dirigida a
asentar las bases de la cultura del joven. El preceptor deberá trabajar más
durante esta etapa, pero sin quitar la iniciativa al joven, enseñando a
través de las cosas y estimulando el espíritu de estudio; las lecciones
estarán cimentadas en acciones y no en discursos, continuando el aprendizaje
a través de hacer y de la combinación de los sentidos. Como parte de las
actividades, Émile explorará los lugares de su entorno: la casa, la ciudad,
el país, dibujando sus planos. Será llevado de paseo por el bosque para
mostrarle sus montes, llanuras y ríos, provocando un extravío para inducir
en él la aplicación de los puntos cardinales como medio para orientarse (Abbagnano
& Visalberghi, 1969, p. 397; Agazzi, 1971, pp. 306-307). Como parte de su
educación, Émile sólo conoce como libro a
Robinson Crusoe,
a través del cual aprende a vivir de acuerdo con las leyes de la naturaleza,
resolviendo por sí mismos los problemas de la existencia (Agazzi, 1971, p.
307; Doyle & Smith, 1997). Al joven su preceptor no le enseñará ciencias,
sino que inspirará en éste el gusto por el estudio y la metodología para
aprenderlas (Agazzi, 1971, p. 307).
Durante esta etapa, el joven también aprende un oficio con el objetivo de
vencer sus prejuicios con relación al trabajo manual; según sus aptitudes
hará de carpintero y de esta forma ejercitará su cuerpo, desarrollará
habilidad y mejorará su atención (Abbagnano & Visalberghi, 1969, p. 397;
Agazzi, 1971, p. 307). Al final de este período, Émile será un joven sereno,
inteligente, trabajador, moderado, paciente, fuerte y valiente, con pocos
conocimientos, pero propios; es un joven sano de cuerpo y espíritu. Hasta
este momento, el joven sólo conoce el mundo natural y del hombre sólo conoce
su relación con el trabajo (Agazzi, 1971, p. 307).
Etapa 4: La adolescencia,
juventud o pubertad, de los quince a los veinte años
En este momento en el hombre sale de la niñez a través de un período corto,
pero considerado como de profundos cambios fisiológicos y morales:
la pubertad.
A partir de este momento se despierta la conciencia moral, en la cual las
puertas al mundo de los sentimientos y de los valores comienzan a abrirse.
Este período es considerado el “segundo nacimiento”, a través del cual el
joven pasará a ser el hombre que nacerá a la vida en sociedad (Abbagnano &
Visalberghi, 1969, p. 397; Agazzi, 1971, p. 307; Doyle & Smith, 1997). Por
consiguiente, éste sentirá curiosidad por su sexualidad, la cual no debe ser
provocada; ante sus inquietudes y preguntas se le darán respuestas
verdaderas, pero simples. Las pasiones no habrán de ser reprimidas, pero si
se evitará su desarrollo precoz y su desviación del curso natural: la
pedagogía de las pasiones (Agazzi, 1971, p. 307).
En esta etapa el joven comienza también a tomar conciencia de los valores
humanos y del drama moral. A través de la naturaleza conoce el amor a sí
mismo (amour
de soi),
y cuando el joven se da cuenta de que existen otros hombres a su alrededor,
la naturaleza hace que surjan otros sentimientos que lo sacarán de su
aislamiento y lo unirán con vínculos similares a sus semejantes: piedad (pitié),
compasión, generosidad, justicia, amistad, altruismo. La práctica de estas
virtudes sociales harán bueno al joven. A través de este aprendizaje es
importante que Émile conozca no sólo el hombre con su naturaleza original
buena, sino también aquél que ha sido desviado por la sociedad corruptora,
por quien sentirá compasión, y aunque lo estime no deseará parecerse a él.
Por otro lado, para la educación moral el preceptor debe dar el ejemplo, con
sus mejores acciones en lugar de palabras; la misma se dará a través del
contacto con otros hombres y no por preceptos (Agazzi, 1971, p. 308;
Demárquez, 2006, pp. 115-119).
En esta etapa, el
alumno tiene su primer contacto con el concepto de religión, en la que la
historia del comienzo y la formación de sentimiento religioso es expuesta a
través de la
Profesión de fe del
vicario saboyano
(Agazzi, 1971, pp. 309-310).
Un
jovencito calvinista que se había hecho católico…entra en la casa del
sencillo vicario. El sacerdote se gana la confianza del muchacho y se hace
amigo suyo; no le hace sermones; despierta en él el amor propio, la
esperanza en el futuro, la admiración por las buenas acciones, el deseo de
actuar; le demuestra y revela que “la paz del alma consiste en el desprecio
de todo lo que puede turbarla; el que aspira más ávidamente a la felicidad
es siempre el mas infeliz”…
“Yo no
quiero discutir con vos lo que digo ni imponérselo; me basta que escuchéis y
que consultéis vuestro corazón mientras hablo” – comienza la famosa
profesión de fe –. No se trata de una u otra religión revelada, sino de la
eterna religión natural, basada en tres principios: existencia de Dios,
existencia e inmortalidad del alma, ley moral. Una religión a la que todo
hombre puede llegar con su sola razón. …
Los
principios morales no derivan de doctrinas teológicas. Los sentimos escritos
por la naturaleza en el fondo de nuestro ser. Debemos consultarnos a
nosotros mismos acerca de qué debemos hacer: “todo lo que sentimos que es
bueno, es bueno; todo lo que sentimos que es malo, es malo; el mejor de
todos los moralistas es la conciencia.”…“La conciencia es la verdadera guía
del hombre; sólo cuando se hacen pactos con ella se recurre a las sutilezas
del razonamiento”.
Al final de esta
etapa, se comienza a pensar en la familia, llegando el momento de elegir una
compañera: Sophie. Ya Émile está formado y puede entrar en la sociedad; se
comporta con naturalidad, es desenvuelto, habla sobria y moderadamente.
Ahora está maduro para realizar estudios poéticos, comenzando con los
escritores más antiguos, eligiendo aquéllos más cercanos a la naturaleza y a
sus gustos. Ama la vida sencilla sobre todas las cosas, en el campo, alejado
de las frivolidades y ambiciones del ser humano. Émile ya ha alcanzado su
autonomía, gobernándose, dominando las pasiones, realizando su libertad
moral (Agazzi, 1971, pp. 310-311).
Etapa 5: Adultez o madurez, a partir de los 20 años
A través de esta última etapa del desarrollo del hombre, el libro quinto
presenta un tratado de educación femenina, a través del cual se idealiza a
Sophie, la futura esposa de Émile. La educación de Sophie será diferente a
la de Émile, pero complementaria (Doyle & Smith, 1997). Esta mujer ideal es
descrita como simpática, sencilla, conocedora de cómo regir la casa y los
asuntos domésticos, ama la limpieza de la casa; cuida de su persona y su
forma de arreglarse; es alegre, reservada, gentil, humilde y sumisa; es
religiosa y ama la virtud. Sophié tiene nociones de música y de canto, pero
no una vasta cultura (Agazzi, 1971, pp. 311-312). En esta etapa Émile
aprende acerca del amor, y se presta a regresar a la sociedad, luego de su
preparación en contra de las influencias de corrupción de la misma. La tarea
final del preceptor en esta etapa es instruir a la joven pareja en sus
derechos y responsabilidades maritales (Doyle & Smith, 1997).
Críticas y
conclusiones
Aunque el propio Rousseau dejó saber que
Emilio
es un trabajo filosófico sobre el principio establecido en otros de sus
libros, de que el hombre es naturalmente bueno, y que el escrito no es un
tratado verdadero sobre educación (Rousseau, 1764, como se cita en
Wikipedia, 2007a), el mismo ha sido estudiado y usado de ambas formas a
través del tiempo. La educación propuesta en
Emilio
ha sido criticada de no ser práctica, lo cual no es totalmente verdadero.
Bien es cierto que el ser humano no se puede aislar de la sociedad y la
cultura en la que se desarrolla, pero es posible aprovechar las ideas que
presenta Rousseau para educar a los niños y a los adultos usando su
naturaleza humana de la bondad, especialmente en una sociedad que,
lamentablemente, cada día se corrompe más y más. Nadie dijo que la tarea
sería fácil, pero en la vida no existen imposibles.
En
Emilio,
Rousseau presenta algunos asuntos controvertibles, los cuales han provocado
y provocarán reacciones en sus lectores. Por ejemplo, cuando él dice que se
procurará que el niño crezca robusto, fuerte, pues un niño fuerte será un
niño bueno; el que puede hacerlo todo nunca hace nada malo. En este caso,
Agazzi (1971, p. 302) hace la aclaración de que la moral no se manifiesta
como una correspondencia de la salud física, aunque ésta última tenga alguna
influencia sobre la primera. Esto sería lo que en las ciencias de la salud
se denominaría como la ausencia de plausibilidad biológica, pues no sería
enteramente cierto que a mejor salud física, mayor bondad tendrá una
persona. Por otro lado, en la segunda etapa o período de educación del niño,
Rousseau no toma en consideración que el niño entre los seis y los doce años
es imaginativo y fantasioso. Igualmente, las sugerencias educativas en esta
etapa serían más aptas para un niño hasta los siete años, por lo que el
período hasta los doce años resultaría muy largo. En la tercera etapa, la
llamada preadolescencia, Rousseau también ha retrasado el proceso, pues la
educación en este período es más apta para un niño más joven, entre los ocho
y los doce años (Agazzi, 1971, pp. 306-307).
Otro tema controvertible es el tratado de educación femenina presentado a
través del último libro de
Emilio.
Como bien establece Soëtard (1999, p. 5), “cuando leen ciertas frases del
Libro V del
Emilio,
las feministas tienen razones sobradas para montar en cólera.” La
descripción de cómo debe ser Sophie para complementar a Émile,
definitivamente, está fuera de la época actual, aunque hay sus excepciones;
aún existen mujeres que se ajustan a las características de Sophie.
Las ideas de Rousseau sobre la educación han influenciado profundamente las
teorías educativas modernas: el aprendizaje por experiencia hoy conocido
como constructivismo; el aprendizaje por etapas de acuerdo con las destrezas
e intereses del niño, hoy conocido como la teoría de las inteligencias
múltiples de Howard Gardner; y el aprendizaje en que el niño es el centro
del proceso. Con relación a la teoría o pedagogía centrada en el niño, Tubbs
(2005, p. 255) aclara que aunque este tipo de enseñanza intenta cambiar la
dominación del rol del educador como el dueño del proceso educativo, sólo
podrá hacerse si el educador es el dueño verdadero del proceso sin que el
educando lo note. Para complementar esta idea, el autor presenta la
siguiente analogía con el Mito de la Caverna de Platón:
Esta contradicción acecha las filosofías progresivas del maestro que busca
reemplazar las sombras de la Caverna con la autonomía de los estudiantes
para que aprendan por sí mismos. Inevitablemente, a favor o en contra de la
Caverna y sus ilusiones, el maestro debe asegurar siempre una visión de qué
un estudiante debe estar aprendiendo.
A pesar de sus controversias y de que el mismo Rousseau planteó que
Emilio
no es un tratado real sobre pedagogía, definitivamente, si el modelo
pedagógico de Rousseau hubiese sido utópico y poco práctico, no tendría el
impacto y las secuelas presentes en la modernidad. Asimismo,
Emilio
tampoco sería considerado como “el libro más significativo sobre educación
luego de
La República
de Platón” (Doyle & Smith, 1997; Stone, 2007).
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“Este artículo ha sido publicado anteriormente en la Revista
Paideia de la UPR
-
Vol.3, Num.1 Año 2008, el autor autorizó su publicación en
esta página.”

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